Disparidad en el mercado de ONs: El mercado fluctúa entre defaults y grandes colocaciones corporativas.

En el mercado local se está dando un proceso de eventos crediticios en el mundo corporativo, el cual se encuentra atravesando una situación particular.

Por un lado, las obligaciones negociables de muy buena calificación crediticia operan normalmente en el secundario e incluso hemos visto algunas colocaciones en el mercado primario.

Casos como Vista pudo colocar u$s 500 millones al 8,5%, es decir, a una tasa inferior a la del soberano.

En el otro extremo, otros créditos que son percibidos como menos seguros, están atravesando una situación de stress inusitada.

Luego de una sucesión de defaults que comenzó hacia fines de 2024 con tres empresas ligadas al sector agropecuario y se extendió con Celulosa Argentina y las empresas del Grupo Albanesi, prácticamente se cerró el mercado para estas compañías.

El grupo tiene una deuda total de más de US$ 1.100 millones ($ 1.414.370 millones), dentro de la cual hay ON en dólares y en pesos y créditos bancarios. De ese total, US$ 220 millones ($ 268.440 millones) son de corto plazo.

Ese pasivo creció fuertemente entre 2021 y 2024, cuando Albanesi emprendió varios proyectos de expansión en generación eléctrica que, sin embargo, no se pudieron completar al ritmo necesario para poder pagar los vencimientos de deuda. Recién en el segundo trimestre del año pasado, con la Central Ezeiza en pleno funcionamiento, el negocio empezó a dar ganancias, pero ya era tarde.

Además, Albanesi, como otras eléctricas, tuvieron que aceptar que Cammesa -la administradora del mercado mayorista eléctrico- les pagara con un bono la energía de diciembre de 2023 y enero de 2024, sin intereses y con una quita.

La crisis con Albanesi llevó a que distintos negocios, con niveles de solidez muy dispares, se hayan visto fuertemente afectados.

Entre ellos, las ONs de San Miguel, que enfrenta un importante vencimiento hacia finales de mes, Petrolera Aconcagua, Rizobacter, e incluso 360 Energy Solar, de quien el Grupo Stellantis es socio, presentaron fuertes bajas.

En cuanto a los eventos crediticios, a comienzo de junio Celulosa Argentina presentó una propuesta de reestructuración de pasivos a sus acreedores.

La deuda total tanto en pesos como en dólares alcanza cerca de US$128 millones e incluye préstamos bancarios, pagarés, e-checks y obligaciones negociables.

Por su parte, con respecto a Petrolera Aconcagua, la situación se agravó luego de su intento fallido de testear aguas internacionales para cancelar el deal con Vista Energy y cubrir las necesidades de financiamiento para lo que resta del año (en torno a US$60 millones siguiendo la planificación de la compañía en enero de este año).

A esto se agregó la rebaja en la calificación crediticia en dos niveles por parte de FIX, que pasó de A+ a BBB+, junto con un rating watch negativo.

En lo que pareciera un intento por reponer su credibilidad luego de haber llegado tarde en el pasado, la calificadora de riesgo fundamentó su decisión en la reducida posición de liquidez, los vencimientos de corto plazo de la compañía y una menor flexibilidad financiera manifestada en la imposibilidad de emitir deuda en los mercados internacionales en un contexto de alta volatilidad en el precio del petróleo.

La situación de Aconcagua, luce como sumamente estresada al momento, muestra un final abierto. Aunque sus métricas de crédito señalan una compañía solvente y con potencial en el largo plazo, su reducida liquidez en un contexto de mercado cerrado es un riesgo a tener presente.

En este contexto, algunos títulos de deuda de la compañía (PECGO y PECIO) cerraron el viernes 6 de junio  en torno a los US$55 dólares.