Uno de los instrumentos para que las Pymes puedan financiarse es la factura de crédito electrónica (FCE). Esta surge cuando una PyME es proveedora de una gran empresa y supera un monto específico en la factura.
Por lo tanto, la factura se convierte en un documento, el cual se transforma en crédito comercial, en crédito financiero, generándose un título ejecutivo y el cual puede negociarse en el Mercado de Capitales.
El seguro detrás de la factura es la gran empresa de la cual la Pyme es proveedora. Es decir, se espera que la gran empresa cumpla con su compromiso de pago.
Las FCE se pueden emitir tanto en pesos o en moneda extranjera. Sin embargo, la liquidación de la negociación en el Mercado de Capitales.
Del mismo modo, el pago al vencimiento se realiza siempre en Pesos y al tipo de cambio BNA Vendedor Billete.
La FCE, una vez aceptada por la Empresa Grande, queda conformada de forma irrevocable, incluyendo una fecha cierta de vencimiento que es inmodificable.
El valor que se descuenta es neto de notas de débito, crédito, percepciones y retenciones impositivas.
De esta manera, la Pyme puede adelantar su cobro al negociar la factura de crédito electrónico en el mercado de capitales, siendo esta una herramienta clave en un contexto de mayor inflación.
Es decir, si bien la factura tiene una fecha cierta de pago, la Pyme no debe esperar a que la inflación licúe los pesos detallados en la factura, ya que de esta manera puede adelantar el cobro de la misma.
Por lo tanto, la negociación de la FCE abre la posibilidad a todas las PyMEs para que se financien de forma ágil y sencilla en MAV.
Otro de los beneficios para la PyME es que esta se financia al perfil crediticio de la Empresa Grande obligada al pago.
Además, al negociar la factura, la PyME ya no va a tener deuda contingente, con lo cual disminuye riesgos y mejora también la posición de su balance.
Finalmente, la PyME no es responsable solidaria de la FCE, por lo que solo la Empresa Grande es el deudor obligado.