La calificación crediticia de un emisor: por qué es importante y cómo afectan a las PYMES

Cuando un inversor compra un bono en el mercado de capitales de una empresa (obligación negociable) o de un país (deuda soberana), generalmente se suele prestar atención a la calificación crediticia de dicho emisor. Una calificación crediticia es una opinión educada sobre la probabilidad de que un emisor cumpla con sus obligaciones financieras en tiempo y forma.

No constituye una garantía ni un indicador absoluto, pero es una herramienta crucial para los inversores en el proceso de toma de decisiones.
Así, las calificaciones crediticias proveen información transparente de terceros que no solamente es prospectiva, sino que también está estandarizada para que sea consistente.

De esta manera, la calificación crediticia sirve como base para la comparación entre clases de activos, regiones y pares. A su vez, suele ser una Información que se utiliza para tomar decisiones, para complementar sus propios análisis crediticios o para establecer umbrales en sus lineamientos de riesgos crediticios e inversión.

Los ‘ratings’ son notas que funcionan con códigos alfabéticos, de acuerdo con una escala delimitada y estable en el tiempo. Aunque no son totalmente homogéneos entre las distintas agencias, se asemejan lo suficiente como para poder determinar de forma inmediata la calidad crediticia de un emisor o producto.

De esta forma, el rating AAA (Aaa en el caso de Moody’s) representa la mejor calidad crediticia, con un riesgo de impago inmaterial.
Además, existe una barrera que divide a los ratings en dos grandes grupos: grado de inversión y grado especulativo. Aquellos riesgos calificados por debajo de la barrera BBB- (Baa3 en el caso de Moody’s) se considera que tienen grado especulativo y elevada probabilidad de impago.

Cuidando el rating y el impacto en las PYMES

Los emisores de deuda en el mercado buscan cuidar su rating crediticio a lo largo de los años y para hacerlo, estos buscan honrar sus compromisos de deuda, evitando a toda costa caer en un incumplimiento del mismo.

El default (incumplimiento), en cualquiera de sus formas, suele ser una mancha negra que afecta la calificación actual y futura de dicho emisor. Esto le puede traer problemas en el mediano plazo, ya que el emisor puede encontrar dificultades en acceder nuevamente a los mercados de deuda en el futuro, obstaculizándose una fuente de financiamiento importante para el mismo.

Lo mismo ocurre con las pequeñas y medianas empresas. Estas también tienen la posibilidad de colocar deuda en el mercado, o utilizar al mismo como una fuente de financiamiento.

Sin embargo, si su calificación crediticia es mala y tiene algún default en su historial, esto probablemente genere un efecto negativo en su capacidad de acceder a los mercados de deuda.

Generalmente, las PYMES se financian tanto en el mercado de capitales como en el sistema bancario. Por lo tanto, incumplir en alguno de sus compromisos probablemente le genere un efecto contagio sobre su calificación crediticia (provocando un downgrade) y también sobre las otras fuentes de financiamiento y, en última instancia, también a su negocio.